Entramos en un “agujero de gusano” y la oscuridad envuelve
la nave; me zumban los oídos y me hundo en el respaldo empujado por la fuerza
de la aceleración. La navegación es en modo automático ya que viajamos a la
velocidad de la luz y por lo tanto nada vemos. Los científicos que diseñaron la
nave confían plenamente en el escudo electrostático que nos protege de las
partículas neutrónicas que flotan libremente en el híper espacio.
Algo no está bien. Veníamos desacelerando, lo cual significa
haber llegado al final del salto, ¡pero vuelvo a experimentar los efectos de la
aceleración!
¡Ahora sí, después de una nueva des aceleración la luz llega
a mis ojos! Parpadeo varias veces, trato de enfocar mi visión y ahí me doy
cuenta que me pasé de estación. Mascullo un exabrupto, levanto el libro de
Asimov que venía leyendo y de un salto alcanzo a salir justo cuando las puertas
del subte comienzan a cerrarse.
Ternas y trilogías ISBN 978-987-28908-5-8
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