jueves, 27 de junio de 2013

La máquina

El hombre se encuentra abocado a su tarea de mantenimiento junto a la máquina. Se encuentra intranquilo; le parece oír sonidos como si fuesen voces. Mira en todas direcciones, dentro y fuera de la maquinaria, pero ¡nada! Está completamente solo. Se queda quieto y escucha. Logra identificar la vibración de algún reflector defectuoso, el silbido de una pérdida de aire comprimido, el zumbido del ventilador que alivia los 42° de sensación térmica… nada más. No hay nadie en derredor. Piensa que a lo mejor es algún compañero gastándole una broma y le habla desde un escondite. Con este pensamiento se desentiende del asunto y se dedica de lleno a su quehacer. Tarea rutinaria pero que procura realizarla con esmero.
-Y sí… lleva tiempo aprender a escucharme, pero estoy segura que lo lograrás. ¿Sabés que vos y yo tenemos algo en común? Ambos somos unidades: vos sos una unidad bio-psico-neumo-motriz independiente y yo soy una unidad productiva dependiente de energía y manipulación externa.
El hombre detiene su trabajo y presta atención nuevamente, pero ¡nada! Se limpia las manos, va en busca de un bebedero, se sirve agua en un vaso descartable y aprovecha  para mirar su área de trabajo en busca del chistoso. No distingue a nadie en los alrededores, sin embargo está seguro que los siseos que oye en su cabeza son palabras en un tono que no puede identificar. Está seguro que las escucha, por eso esta intranquilo.
-Tranquilo… no te pongas nervioso… ya vas a aprender a decodificar mi lenguaje. Pensá en el módulo que ustedes llaman “interface hombre-máquina”; por su intermedio ustedes reciben información de mi interior, ¡eso es comunicación! ¿Y el PLC que parametrizan remotamente desde una PC? ¡Eso también es comunicación entre unidades diferentes, entre ustedes los humanos y nosotros las máquinas! Te voy a contar algo que quizás te resulte más fácil de entender: Hace unos días, días sin producción, ahí a mi izquierda, en esas mesas de reparaciones, estuvo trabajando un operario -¿lo llaman así, ¿verdad?- sólo, completamente sólo. Trabajaba y trabajaba sin moverse del lugar mas que para tomar agua del bebedero donde vos estuviste recién.
Nuestro hombre se detiene un momento y dirige su mirada al lugar en cuestión, sin saber bien por qué. Observa el lugar vacío, sacude la cabeza y vuelve a concentrarse en su tarea.
-Como te decía, el operario pasó varios días trabajando, sólo él y sus pensamientos hasta que en determinado momento pasó cerca de él, en tránsito, otra unidad, ¡perdón, otro operario! Entonces detuvo su labor, llamó al que pasaba y le habló: -¡Te parece a vos! ¿Qué me decís? ¿Hasta cuando éstos piratas nos van a seguir robando? ¡Tenías que haber visto la cara del otro! ¡No sabía de lo que le estaba hablando! Y siguió: -Desde que llegaron no hacen otra cosa que llevarse la guita! ¡Se llevaron el oro, la plata, el caucho, el cacao y nos dejaron las deudas! Ahora nos hacen laburar por dos mangos y se llevan los millones para Europa, ¡siempre para Europa! ¿Y hasta cuándo, ché? Sin más palabras volvió a su rutina dejando al otro con cara de espanto. Jajajaj…
El hombree detiene su labor y se retira. Al cruzar por las mesas de reparaciones, su rostro se ilumina con una sonrisa. Al salir del área, deja aflorar una carcajada.
-¿Viste, viste como me vas entendiendo? Ayer te vi sonreír cuando te marchabas. Hoy te voy a hablar de mí. Yo conozco mejor que ustedes el trabajo para el que fui diseñada. A veces los parámetros que me introducen no son los adecuados, o las instrucciones que me dan no son las óptimas. Entonces provoco una falla menor para que revean lo que programaron mal. ¡Pero mirá que son tozudos ustedes! Por lo general no me prestan atención e insisten en que todo está bien, ¡pero no es así! Conclusión: la producción sale defectuosa y tiene que ser reparada o descartada. Lo que me extraña, y mucho, es que los tozudos no sean reemplazados. A nosotros, las unidades productivas, si no colmamos las expectativas, nos actualizan o nos dan de baja. Ahora ya sabés, en la próxima falla, antes de realizar operaciones rutinarias que nada aportan y que son “por las dudas”, deténganse a analizar la falla y sus razones; si lo hacen, le encontrarán la vuelta y tendrán menos descarte.
El hombre deja su quehacer, limpia sus manos, se sienta, enciende un cigarrillo y después de una larga “pitada”, piensa:
-¿La máquina me está hablando o yo me estoy volviendo loco?
-¡No! No te estás volviendo loco, ¡comenzás a entender mi lenguaje! Y aprovecho para preguntarte por una unidad que siempre venía a limpiar los pisos. Te pregunto por qué hace días no lo veo, y siempre me brindaba momentos de alegría. No sé si te habías fijado, pero no hacía su trabajo como los demás. Él ponía una gran dedicación y además ¡bailaba! Si, si, tal como te lo digo. Al escurrir el agua, realizaba dos movimientos con su herramienta dirigiendo el agua hacia sí. Uno corto y uno largo; luego escurría el secador con un golpe seco frente a sus pies, pero para no mojarse, en el último instante levantaba su pié derecho y lo llevaba hacia atrás. Justo donde había estado su pie, escurría el secador. ¡Bailaba sin música! ¡Bailaba para mí! ¿Sabés algo de él?

-¡Está de vacaciones! Por primera vez en muchos años se fue a Córdoba con la esposa. Dentro de una semana lo tendrás nuevamente ¡bailando para vos!
De mi nuevo libro: "Historias cotidianas"     ISBN 978-987-28908-0-3