martes, 7 de mayo de 2013

El pergamino


¡Hola! ¡Cuánto hace que no te veo! ¡Me tenías olvidado! ¿Por qué me sacaste del cuadro en que me tenías y me confinaste a esta oscura prisión, sin aire, sin luz, sin vos? ¿Qué pasó en tu vida que no me contaste?
Yo te he extrañado mucho. La razón de mi existir es estar con vos, acompañarte. Necesito saber el porqué de tu cambio para conmigo.
Cuando la mano que me gestó, lo hizo, volcó en mí toda la ternura que brotó de su corazón. No supe cuál sería mi destino hasta que vos me descubriste. 
Recuerdo claramente tu sorpresa al desenrollarme, y la sonrisa emocionada que iluminó la seriedad de tu rostro.
Enseguida me encuadraste y pasé a ocupar un lugar importante en tu dormitorio. Desde la pared, junto a la ventana, te veía desvestirte por las noches y meterte en la cama.
¡Me gustaba tanto verte desnudo! ¡Tu sexo me resultaba tan simpático! Velaba tu sueño cada noche, a veces tranquilo, a veces inquieto; era muy gracioso escucharte roncar, jajaja…
Por la mañana me divertía oírte rezongar con la alarma del celular y remolonear antes de levantarte.
¡Siempre me dirigías una mirada tierna! Y más de una vez me trasmitías tu emoción al acariciarme a través del vidrio que me protegía.
Era lindo verte cuando te probabas la ropa sin decidirte; tu nerviosismo se debía a que ibas a encontrarte con ella, ¿verdad?
¡Contame qué fue lo que sucedió, por qué me escondiste! ¡Llorabas cuando me sacaste del cuadro!
¡Te extraño mucho; si no te veo, pierdo mi razón de ser!
¡No, no me vuelvas a plegar así! ¡No, por favor, no me arrumbes nuevamente!
¡Nooo… nooo… ¡
Registro de la Propiedad Intelectual N°977531.