10 de Julio de 1928.
Barracas al sur. Vieja pulpería devenida en fonda sobre el
Camino del Sur. Cuatro parroquianos beben ginebra en la mesa del fondo. Dos
taitas con chambergo requintado, pañuelo al cuello, cuchillo en la cintura y
dos corraleros de alpargata y boina vasca.
—¡A ver muchachos! ¿Pa’ qué nos llamaron?
El mayor de los corraleros empina su copa y responde:
—Hermano, la mano viene brava en los frigoríficos. Nos están
amasijando con el laburo y no nos dan pelota cuando protestamos.
—¿Y eso en qué la vá conmigo? Nosotros manejamos el
cuchillo; los dotores son los que manejan la política.
—Sí, pero necesitamos que alguien nos dé una mano. Por eso
pensamos que ustedes…
—Nosotros, ¿qué? Ya te lo dijo el Cirilo. Nosotros ‘tamos
pa’l cuchillo pero pa’ despostar gente.
Termina su trago y vuelve a volcar el porrón en las copas.
Se miran los corraleros; el más joven se quita la boina, la estruja
nerviosamente mientras mira a los taitas.
—Si ustedes, como al descuido, pudieran hablar con los
dotores y decirles que van a ganar más guita si nos aflojan un poco.
—¿Y cómo es eso?
—Y… con algunas mejoras a convenir, trabajaríamos más
tranquilos y rendiríamos más.
—Yo no trabajo pa’l viejo Gastón, pero mi trompa, sí. ¿Vos
qué opinas, Cirilo?
—Podría ser… El dotor es gente de Barceló, en una de’sas…
De pronto, el silencio. Los taitas contienen la respiración.
Las manos vuelan a los cuchillos. De una mesa cercana surgen disparos.
26 de Junio de 1806
Pueblo de la Reducción. Pulpería sobre el Camino del Sur. Un
grupo de oficiales ingleses acorta la noche bebiendo su propio “scotch”. Las
pistolas sobre la mesa.
—Afortunadamente Ensigh tuvo la buena idea de traer consigo
un par de botellas de buena bebida, porque lo que beben aquí es muy
desagradable.
El pulpero los mira indignado, pero nada puede hacer. Le
permiten cuidar su negocio, pero lo han desarmado. Ellos son los vencedores, al
menos por ahora, e imponen las condiciones.
—No entiendo porqué no atacamos. Estamos haciendo lo mismo
que hicieron ellos ayer. ¿Esperamos que Carr se decida?
—No, no, Duff, esperamos que lleguen los cañones que
quedaron empantanados en aquel maldito bañado donde desembarcamos. La idea es
ocupar la ciudad sin bajas. Para eso están los “shrapnels”.
—Jajaja… Vaya susto que se llevaron los españoles cuando la
metralla estalló sobre sus cabezas. Jajaja…
—¡Sí! Pudimos trepar la cuesta con la 71 al son de las
gaitas sin sobresaltos. Ahora, ¿no había otro lugar mejor para el desembarco?
—Denis, Denis, tu siempre te quejas. El hecho es que
desembarcamos bajo la lluvia, nos aterimos de frío toda la noche, cruzamos un
bañado con agua hasta las rodillas, subimos el barranco, caminamos nueve millas
y aquí estamos disfrutando de un buen “Scotch”, jajaja…
—¡Y tú siempre te ríes! Pero los cañones quedaron empantanados
y por si eso fuera poco, los españoles quemaron el puente.
—¿Crees tú acaso que ese riacho será un obstáculo para
nosotros? Yo te aseguro que no lo será. Además, los cañones ya vienen en
camino. Un par de disparos de metralla es igual a una fuga en desbandada,
jajaja…
—Tienes razón Ensigh, ¡nada detendrá a la 71! Mañana al
mediodía sin lugar a dudas las bellas españolas nos invitarán a almorzar con
ellas. ¡Por las Damas que nos esperan! ¡Salud!
—¡Salud!
De pronto, hay movimientos extraños en el fondo de la
pulpería. Los ingleses empuñan las armas y sin dudar, disparan…
Los diarios consignan que en el día de ayer, por causas que
se desconocen, hubo un tiroteo dentro de la Confitería La Real de la ciudad de
Avellaneda, cita en la Avenida Mitre frente a la Plaza Alsina. Como resultado
del confuso hecho que se encuentra en plena etapa de investigación, resultaron
muertos los ciudadanos identificados como Domingo Blajaquis, Juan Zalazar y
Rosendo García; los tres eran reconocidos activistas sindicales en el distrito.
De mi libro Ternas y trilogías. ISBN 978-987-28908-5-8
No hay comentarios:
Publicar un comentario