miércoles, 26 de mayo de 2021

Bohemia nocturna

Bohemia nocturna    cita deseada,

semántica danza que dirige mi pluma,

juego reglado de signos verbales.


Literaria bohemia    sintagmático disfrute,

por las noches resurges  y me rindo

en los brazos de tus sagrados versos.


Plácida me esperas     vibrante bohemia,

mis sueños despiertan sobre esta página en blanco.


El silencio     mi amigo,

oye voces que resuenan     quieren estar presentes,

me concentro rigurosa y las salvo del olvido.

                                            Stella Maris Zamora Amigo

Poemas en el tercer espacio    ISBN 978-987-46957-6-5


martes, 11 de mayo de 2021

El malevo de Fierro. Fragmento

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Yo pregunté asombrado: –¿Fierro, El Malevo de Fierro? –Se trata de una escultura que su autor José Perera donó al municipio y que por muchos años formó parte del acervo cultural de Valentín Alsina.

–El mismo. Tenía que verlo manejar el facón. ¡Era una luz, meta punta y tajo! Hace poco anduve buscando la calle del herrero, pero ¡ni rastros! Todo cambió. Aunque en la entrada del puente vi un monumento que pa’ mí era la cara de’l. Al tiempo crucé el puente con rumbo a Pompeya y la estatua no estaba más. ¡Jué pucha con el que la hizo sacar! Me cabrié tanto que, no sé cómo, le escribí algo al malevo.

Terminó de hablar y me entregó un papel de estraza doblado en cuatro. Cuando lo quise leer, me atajó la mano pidiéndome que lo ojeara en otro momento. Lo guardé junto a las fotografías y cambiando de tema, le dije que había averiguado por qué lo habían matado.

Se enderezó en la silla y me preguntó: –¿Posta, don Braulio?

–Posta –respondí–. Fue la contra de su patrón cuando usted era guardaespaldas de aquel sindicalista, ¿se acuerda?

–¡Si me acordaré! Fue cuando tuve que cambiar el naife por el bufoso. Fueron los tiempos más fuleros para mí. El arma del malevo es el cuchiyo ¡y ta! Así que me mataron a mí, que no tenía nada que ver, pa’ dejarle un mensaje a mi trompa. Mala suerte la mía, ¿no? Pero ésta es una noticia pa’ empinarse una ginebrita, ¿no le parece? -y ahí nomás le hizo una seña al mozo, que vino con una copita para mí.

–¡Salud, Floreal!

–Salú, don Braulio, ¡y gracias!

En esta oportunidad salimos juntos del bar. Nos despedimos con un apretón de manos, sin palabras. Observé una sonrisa en su rostro. Tenía una extraña luminosidad en la mirada. Después de ajustarse el pañuelo en el cuello, se alejó caminando despacio, con la mano izquierda en el bolsillo del saco y balanceando apenas la derecha. Comencé a seguirlo y después de caminar dos cuadras su figura comenzó a aclararse más y más con cada paso, hasta que simplemente se esfumó en el aire tardecino de un cálido diciembre.

Braulio Senda

Diálogos del arrabal    ISBN 978-987-46957-4-1

                               MENCIÓN DE HONOR NARRATIVA 2020-2021 SADE

Diálogos y Floreal Ramírez

Comentario breve de la escritora Graciela Vodicka. 

      Se ve que lo extrañaba a Floreal Ramírez. Será porque se esfumó esa tarde de diciembre, así como así, sin poder averiguar sobre su propia muerte.

      Será porque me gusta el malabar con el tiempo, esa mixtura entre el café de Pavón y esos tugurios que revive Floreal o que tal vez reviven para que él los transite.

      Será porque me gusta retomar el curso de esos personajes que de alguna manera honran al gran Borges pero que fundamentalmente mantienen entretenido y asombrado a Floreal.

      Lo que puede el paso del tiempo con un maula, hasta la cicatriz del pasado le va borrando.  Pero no se puede negar su perseverancia. Además se las tuvo que arreglar solito porque su creador poco pudo aportarle. Además, pobre Floreal, tuvo que hacer frente a los desafíos de la modernidad.

      Cuando ande por ese bar, si está el mozo testigo de los encuentros lo voy a invitar yo a un café para que me cuente lo que él opina. Eso si, al mozo conocido, porque en uno de los encuentros no se bien por qué aparece otro.

      Bueno, a seguir entreverándome en estos diálogos.