miércoles, 7 de abril de 2021

Hasta que aclare

 

Eduardo Cormick: Hasta que aclare. Buenos Aires, El BIEN del SAUCE, 2017. 128 PP. 

Reseña por Jorge Klinger

     Hasta que aclare o hasta que escampe la lluvia, significa en el dialecto criollo que es momento de esperar que la tormenta pase, de hacer un alto en la vorágine de la vida contemporánea; ¡y qué mejor oportunidad para leer estos dieciséis cuentos que generosamente Eduardo Cormick nos ofrece cubriendo más de un siglo de nuestra historia hasta que todo se pueda observar con más nitidez!

      Desde finales del Siglo XIX hasta principios del Siglo XXI, Cormick nos va conduciendo, como de la mano, por senderos que si no recorrimos al menos los vimos al pasar siguiendo nuestro propio derrotero. Desde la llamada Conquista del Desierto hasta los que hoy ofrecen su vida para que los desclasados puedan vivir mejor, pasando por la última dictadura, la guerra de Malvinas e incursionando a mi entender en el realismo mágico en “De luces” y “El buscado”.

      El autor multi premiado, dentro y fuera de su pago chico, escribe tanto en tercera persona como en primera y no desdeña el uso del diálogo como forma del discurso.

     Eduardo se encarga de poner de manifiesto a pie de página cada cuento que tiene un sustento verídico o que se trata de una realidad ficcionada, para que no le queden dudas al lector. Su idiolecto es claro, sencillo, contemporáneo y culto; de fácil lectura y atrapante. El haber nacido en Junín, Oeste de la Provincia de Buenos Aires y estar radicado en la C.A.B.A., no le impide llevarnos a recorrer la Patagonia o aventurarnos en las terribles consecuencias de una guerra sin sentido.

     En “Se va Camila” logra poner un toque de ironía para aliviar lo denso de la tragedia en ciernes de una historia, no por repetida menos real de nuestro pasado casi reciente. “Adela y Cocoliche” rescata hermosamente a ese personaje casi olvidado de nuestros campos que fue el caminante, un tipo social –diferente al del linyera- a quien se le ha dado muy poco espacio en nuestra literatura. ¡Bien por Eduardo!

     Con maestría, nuestro autor –porque a esta altura ya debo mencionarlo como tal- nos muestra la otra cara de la moneda de las secuelas de guerra que tanto nos avergonzaran en su momento, regalándonos un relato que deberíamos multiplicar por miles para sanar nuestra debilitada salud social, en “Paladium”y redescubrir que no todo está perdido por más que pretendan hacérnoslo creer.

     En fin, pienso firmemente que éste es un libro para desensillar y leer hasta que aclare.

Jorge Klinger