Arlt, Roberto. Los siete locos. Buenos Aires, 1929.
Reseña breve por Jorge Klinger.
Escrita en 1929, ésta es una
novela urbana en la que concurren el policial, la historia, la psicología y la
ciencia ficción. El narrador es del tipo omnipresente y habla en tercera
persona.
La obra consta de dos
historias que terminan entrelazándose. La primera es la del personaje
principal, Erdosain, quien estafó a su empleador y sale en busca de dinero para
reponer y no terminar en prisión. En este rastreo se va relacionando con otros
personajes, tan “fronterizos” como él, hasta formar una sociedad secreta al
estilo de la “Orden del Gran Sello” estadounidense y contemporánea de la novela;
he aquí la verosimilitud.
Como discurso narrativo, Arlt
utiliza la heteroglosia de porteños de las clases sociales más bajas, quienes
arman una suerte de comunidad secreta para socavar las bases del mundo que los
tiene relegados a una vida miserable, para intentar crear un nuevo estado de
cosas al mejor estilo de la masonería, pero recurriendo a las mismas artimañas
de la sociedad oligarca y corrupta que pretenden cambiar.
Con esta
obra, el autor cuestiona y critica a los dueños de la Argentina de su época a
través de personajes sin rostros, ya que no describe sus características y en
un caso no le da siquiera un nombre, designándolo simplemente como el
Astrólogo. Todos ellos se debaten en la oscuridad de la angustia, el odio, el
suicidio, etc., producto de la falta de esperanza, legado de la primera guerra
mundial.
Llena de
monólogos interiores y reflexiones de todo tipo donde se cuestiona el alienamiento
absoluto de la sociedad, el capitalismo como invención malvada, así como la
fría rigidez de la tecnología.
La acción dura setenta y dos horas; los personajes recorren diferentes lugares de la ciudad combinándose en todo momento la realidad y la imaginación, con un lenguaje muy abundante y pleno de descripciones, reproduciendo la Argentina de los inmigrantes, que arribaron a una sociedad desigual y opresora, llegando a configurar una clase obrera industrial empobrecida.
Las introspecciones del relato ocupan algo así como las dos terceras partes de la novela, poniendo de manifiesto las contradicciones y conflictos de cada uno, muy contemporáneos por otra parte.
Como
gran contraste con la opulencia de la sociedad que no les permite integrarse, se
debaten entre la aspiración de ser mejores y la imposibilidad de serlo.
En la
novela no hay momentos de felicidad tales como casamientos, bailes o amor, ni
siquiera sexo, como corroborando el pensamiento de Dostoievski de que “cada hombre
lleva en su interior un verdugo de sí mismo”.
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