Tu
piel es el paraíso de mis manos.
Independientes
de mi voluntad,
ellas
se entretienen delineando tu figura.
Y
tú… ¡tú todo les permites!
Hurgan hasta encontrar
el
edén largamente soñado,
jamás se cansan de explorar.
Suben, bajan, van y vienen
siempre
buscando más.
Un
poro, un pliegue, una peca,
un
relieve, una cavidad.
Tiernamente
se desplazan
modelando
tu silueta,
induciendo
sin querer, tiernos suspiros.
Tu
piel, virgen de caricias,
¡es el paraíso de mis manos!
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