Comentario breve de la escritora Graciela Vodicka.
Se ve que lo extrañaba a Floreal Ramírez. Será porque se esfumó esa tarde de diciembre, así como así, sin poder averiguar sobre su propia muerte.
Será porque me gusta el malabar con el tiempo, esa mixtura entre el café de Pavón y esos tugurios que revive Floreal o que tal vez reviven para que él los transite.
Será porque me gusta retomar el curso de esos personajes que de alguna manera honran al gran Borges pero que fundamentalmente mantienen entretenido y asombrado a Floreal.
Lo que puede el paso del tiempo con un maula, hasta la cicatriz del pasado le va borrando. Pero no se puede negar su perseverancia. Además se las tuvo que arreglar solito porque su creador poco pudo aportarle. Además, pobre Floreal, tuvo que hacer frente a los desafíos de la modernidad.
Cuando ande por ese bar, si está el mozo testigo de los encuentros lo voy a invitar yo a un café para que me cuente lo que él opina. Eso si, al mozo conocido, porque en uno de los encuentros no se bien por qué aparece otro.
Bueno, a seguir entreverándome en estos diálogos.
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