Cuatro y media de la mañana. Fría madrugada de invierno. El bamboleo del tren no impide que los trabajadores que viajan traten de dormir media horita más, acurrucados sobre sí mismos escapándole al frío que entra a través de los vidrios.
Los sacudones y el golpe rítmico de las ruedas sobre los rieles –trac-trac, trac-trac- sólo permite dormitar, pero vale la pena cerrar los ojos un rato más.
Mi mente es una sucesión de ideas en constante movimiento, pero no puedo ordenarlas ni terminar de despertarme, como si fueran dos personas en un solo cerebro, en ágil diálogo.
-“¡Qué frío que hace! ¡Menos mal que salí con gorra de lana y guantes!”
-“Vos te quejás, ¿y los chabones que vienen en bicicleta? ¡Ellos suben con los labios morados! ¡Y algunos andan en alpargatas y estamos en invierno!
-“Bueno, bueno, bueno, ya empezamos a delirar. No le podés arreglar el sueldo a todo el mundo, ni todos pueden ganar lo mismo. Nuestro jornal depende de cómo esté la billetera del patrón.”
-“Si, pero el taller, la pyme y la multi existen porque hay laburantes que producen mucho y ganan poco, ¡y vos sabés bien adonde va a parar la diferencia!
-“¡Cortála; quiero dormir!
Pero cuando la modorra parece imponerse, surge la seguidilla de buscas ofertando mil cosas, y con la estridencia de su voceo, espantan otra vez al sueño.
-“Joden, no?”
-”Y… un poco; pero por lo menos salen a ganarse el mango y no a meternos caño.”
-“De acuerdo, se ganan el mango, pero la guita, la guita se la lleva el mayorista; y no tienen obra social ni jubilación.”
-“¡Pará loco con la protesta!
-”Paro; pero dale que nos tenemos que bajar.”
Unos apretujones con quienes también bajan y algunos empujones con los que están por subir. A comprar caramelos para conseguir una moneda, si no, no se viaja en colectivo.
-“¡Qué frío hace en esta parada!
-“Y sí, cuando se llenó el tren no nos dimos cuenta pero la temperatura llegó a ser agradable.”
-“A la hora del descanso me voy a hacer una siesta. ¡Hoy me hubiera quedado en casa! Vine por no perder el premio, ¡pero no me puedo despabilar!”
-“Vas a dormir si no hay truco. Si están Elgus y Frilans, chau tu siesta… por la gritería.”
-“Tenés razón. ¡Queca! ¡Y si está Elinge peor, todavía! Bueno, trataré de dormir los diez minutos del mate cuando lleguemos.”
-“Si, la hora del desayuno es tranqui, siempre y cuando no estén llorando por las horas extras que estamos perdiendo.”
-“¡Pah! ¡Qué garrón! ¡Cómo pueden pensar solamente en función de las horas extras! Todos gritan y se hacen los malos porque –según el jefe- nosotros somos los que más perdemos, siendo que lo que perdemos no forma parte de nuestro jornal, es guita extra.
-“Si… mucha protesta, mucha protesta, pero cuando Latorre viene y plantea que lo importante es mejorar el básico y los premios, ninguno dice nada.”
-“Frilans es el único que habla en contra de las horas extras, pero lo desautorizan porque él nunca las hace. ¡Qué extraña manera de pensar tenemos los trabajadores!
-“No estoy de acuerdo. Pensamos diferente en función de nuestra relación íntima con el trabajo, el patrón o el jefe. ¡Te digo más! También depende de cómo llegaste a la fábrica, porque no piensa igual el que llegó finito de cintura por un aviso en el diario que el que llegó de parte del sindicato o recomendado por algún jefe, ¿ta claro?
-“¡Clarísimo! Ahí viene el bondi; a ver si puedo dormir algo… ¡Qué palma, loco!”
-“Dale, dale. Subí y sacá boleto. Si no dormiste en el tren, acá tampoco por las frenadas; si no es un semáforo, es un badén o un lomo de burro…”
-“Vos dejame dormir.”
De pronto alguien se sienta a mi lado abruptamente, empujándome con el hombro. Es un compañero con ganas de conversar.
-Hola cumpa, ¡qué fresquete!, no? ¿Pensando en la lucha que se avecina?
-La verdad es que sólo trataba de dormir un rato. ¿Cómo están las cosas con la nueva gerencia?
-Todo mal. No quieren saber nada con nosotros. No son negociaciones, mas bien son provocaciones. Quieren que hagamos alguna cagada para aplicar represalias con justificación.
-Pero creo que los compañeros en general los respaldan porque confían en ustedes… No creo que surja ningún loquito que meta la pata. Los conflictos de los últimos años se manejaron bien y logramos siempre un buen acuerdo.
-Si, pero esto es cansador. ¿Hasta cuándo nos va a bancar la gente? Nos pegan de todos lados y el único respaldo que tenemos es la unidad de los trabajadores, aunque pensemos distinto.
-¡Qué loco todo!, no? Lo único que pedimos fue que los dirigentes se pusieran a la cabeza de los reclamos, como corresponde.
-Es el precio de la independencia y lo tenemos que pagar. Yo creo que vamos por buen camino. Siempre buscamos el bien común y la preservación de los puestos de trabajo. Esta es una página más en la historia del movimiento obrero; tal vez no la veamos en toda su dimensión porque estamos metidos de lleno en ella…
_”¡Viste que no ibas a poder dormir! Elcone parla y parla; está metido muy en serio en su rol.
-“¡Pará loco, más respeto! Elcone no habla por hablar.
-“Solo estaba bromeando. Despabilate y dale a la sinhueso, que a vos te gusta el tema.”
-Habría que saber un poco de sociología para entendernos. En general nos debatimos entre que somos una gran familia y el sálvese quien pueda.
-¿Cómo es eso? ¡Sea más explícito, cumpa! Yo soy un humilde trabajador y a veces no entiendo de mensajes subliminales.
-“¡Pah, viste qué léxico! ¡Aguante Elcone!”
-Dale, no te hagás el tonto que sabés bien a qué me refiero.
-Pero como dice el refrán, en toda gran familia hay hijos y entenados, no?
-¡Y… sí! Pero hay mucho temor a perder el laburo, hay que darles tiempo.
-“¿Porqué no le decís lo que pensás realmente, que son una manga de lúmpenes?”
-“¡Cortala con el vocabulario setentista!”
-La verdad es que tenemos que encontrarle la vuelta, ¿no le parece?
-¡Sin duda! Pero creo que el trabajo será de ustedes, la generación nacida durante la dictadura porque a nosotros nos aplastaron entre los milicos y el neo-liberalismo.
-¡No se apichone, cumpa! Fueron ustedes los que nos avivaron y nos hicieron pensar en una sociedad mejor…
-¡Y bueno! Ustedes agarraron la posta y ahora tienen que meterle para adelante y pasarla a su vez a los que vendrán o que ya están llegando. Los cincuentones ahora queremos cuidarnos un poco, mimarnos…
-Si, y también están los que nunca se preocuparon nada más que por trabajar y ahora tienen que seguir en la misma para que no se les caiga el promedio para la jubilación, sin darse cuenta que se les cayó hace rato y que jubilarse ahora significa pasar a ser pobre…
-¡Quéca!, no? ¡Toda una vida laburando para comprar la casa, criar los hijos, comprar el autito, después ayudar a los hijos que se casan, y ahora siguen en el yugo con la ilusión de lograr una jubilación digna!
-La jubilación se nos fue al carajo legislación mediante; y para cambiarla me parece que habría que cambiar primero a los legisladores.
-“Eso, eso… ¡Primero que se vayan todos y después metamos trabajadores al Congreso!”
-¡Y, si! Los que terminaron con la jubilación son prácticamente los mismos que siguen ocupando bancas, elección tras elección!
-La pelea la tenemos que dar los trabajadores, bien de abajo, creando conciencia hasta que ésta vaya contagiándose; no toda la sociedad esta podrida.”
-“¡Aguante Elcone! ¡Vamo arriba los trabajadores!”
-Llegamos…
-A bajar se ha dicho…
La conversación cambia al encontrarnos con otros compañeros en el camino. El tema ahora es la diaria: el partido de la selección, las minas de la tele, que uno está loco porque se quiere casar, que otro-muy joven- va a ser papá pronto… Sigue el ritual de cada día: comprar el diario, saludar cortesmente a la vigilancia, y al entrar al vestuario, el saludo cordial a los compañeros… y a cambiarse.
De pronto se escucha una voz conocida por todos que pasa rumbo a su sector y desde adentro lo saludan con cada uno de los sobrenombres que tiene y hay carcajada general.
-“Ta bueno reírse a la mañana temprano. Parece que nos reímos de nosotros mismos, y eso es bueno.”
-“¿A ésta hora vas a filosofar? ¿¡Cómo puede ser tan querido un tipo como Ñancul, con esa soberbia exacerbada y esa actitud discriminatoria de que hace gala a cada rato?!”
-“Creo que es una fachada. Es un buen trabajador, no es mezquino con los nuevos, es solidario cuando a alguien se le complica, la guita que no consigue acá la hace changueando afuera… es de los que pasan más tiempo fuera de la casa.”
-“Tenés razón… y además banca la universidad de los hijos. Es bastante contradictorio, no?”
-“Menos mal que sus contradicciones son visibles. Los trabajadores todos tenemos nuestras propias contradicciones, que a veces suman y otras restan…”
-“Muy bien, pero metele que andás lento y vamos a fichar tarde si no te apurás un poco.”
Una vez cambiado, ficho en el sector y me quedan casi diez minutos para tomar unos mates antes de que comience la jornada puertas adentro. Entro al comedor… saludo a todos un apretón de manos… ¡y a matear se ha dicho!
La modorra de la madrugada ya fué…