domingo, 6 de octubre de 2013

Mañana de domingo

Jorge llegó al boliche después de media mañana, con anteojos negros, pálido y con el rostro tan demacrado, ¡que daba lástima! Se dejó caer en una silla y exclamó:
-¡Un maldito pájaro no me dejó dormir en toda la noche! ¡Cantaba y cantaba, siempre la misma tonadita! “si-len-cio, si-len-cio, si-len-cio, pí pí pí pí” y dále que dále “silencio, silencio, silencio, pío, pío pí”.
La carcajada fue general. Rubén bajó un poco el Ámbito que estaba leyendo, lo miró por encima de los anteojitos de lectura, sentenció: “-Era un zorzal, y por el fraseo, un ejemplar adulto.” Y volvió a la lectura.
“-¿No pudo ser un hornero? Hay muchos por estos lados.” Opinó Juan.
-No, no, no… Sólo el zorzal canta de noche. Además, el hornero no canta, ¡se ríe!
Coco  apartó un momento su atención de la picada y preguntó:
-¿Y vos qué sabés de pájaros? ¿Ese diario que lees tiene una sección de ornitología? Jajaja…
-No pibe, yo nací en “El Jardín de la República”. En el campo aprendí bastante de aves y de luchas sociales también. Ah… y este pasquín  lo leo para instruirme.
El flaco Juan paladea su trago, descruza las piernas y pregunta:
-¿Por qué será que ahora hay más pájaros en la ciudad que hace unos años?
-¡Yo quiero saber qué hacen los pájaros en la ciudad! ¿Por qué no se van al campo y se dejan de joder a la gente?
Otra vez la carcajada generalizada.
-Che, gallego, traeme un café doble, a ver si puedo tener los ojos abiertos…
-¡CA TA LAN! ¿Cuántas veces tengo que decirte que soy catalán? ¿Yo te llamo correntino o tucumano, acaso?
-¡Huy Dió! Disculpame Manoel; ¿me podés preparar un café doble?
-¡Cómo no! Ya se lo preparo.
Rubén cierra el diario, saborea un trago de su copa –es el único que no utiliza vaso para beber- y comenta:
-Yo creo que los pájaros volvieron a la ciudad por que los pibes ya no los cazan; se la pasan mirando televisión o jugando con la play. En mi época salíamos a hondear gorriones.
-Pero los gatos tampoco los cazan. ¡Claro, ahora los gatos son mascotas y se alimentan con ración balanceada!
-Puede ser que se deba a que los pibes y los gatos no se ocupan de ellos, pero yo creo que los pájaros no son tontos y se dieron cuenta que en la ciudad no hay veneno como en el campo. Fíjense que se siembran miles de hectáreas y que se fumiga con aviones. Eso mata yuyos, mata pájaros,  mata todo. Gente también, aunque no lo quieran creer.
Rubén deja la copa, se acaricia la barba y después de unos segundos dice:
-¿Sabés que tenés razón? Con esto de las semillas transgénicas y los métodos de cultivo intensivo, seguro que corrieron a los pájaros… ¡y a la gente también!
Coco suelta una risotada y responde:
-Excepto cuando estoy durmiendo, en los demás momentos, siempre tengo razón…
El flaco gira en la silla, vuelve a cruzar la pierna y apoya un codo en el respaldo.
-Bromas aparte, me parece un argumento racional y es bastante probable que sea así. En la ciudad hay menos veneno y casi no tienen depredadores.
-¿Queee? ¿Bastante probable? ¡No, no, no… posta que es así!
-Creo que más importante que el cambio de hábitat de las aves es el de las migraciones internas. Los pobladores del campo son empujados a las ciudades en busca de mejores condiciones de vida. ¡Eso sí que es todo un tema!

-¡Tá bien, tá bien, pero yo lo único que sé es que ese puto pájaro no me dejó dormir!

De mi libro "Historias cotidianas".     ISBN 978-987-28908-0-3