¡Hola!
¡Cuánto hace que no te veo! ¡Me tenías olvidado! ¿Por qué me sacaste del cuadro
en que me tenías y me confinaste a esta oscura prisión, sin aire, sin luz, sin
vos? ¿Qué pasó en tu vida que no me contaste?
Yo te
he extrañado mucho. La razón de mi existir es estar con vos, acompañarte.
Necesito saber el porqué de tu cambio para conmigo.
Cuando
la mano que me gestó, lo hizo, volcó en mí toda la ternura que brotó de su
corazón. No
supe cuál sería mi destino hasta que vos me descubriste.
Recuerdo claramente tu
sorpresa al desenrollarme, y la sonrisa emocionada que iluminó la seriedad de
tu rostro.
Enseguida
me encuadraste y pasé a ocupar un lugar importante en tu dormitorio. Desde la
pared, junto a la ventana, te veía desvestirte por las noches y meterte en la
cama.
¡Me
gustaba tanto verte desnudo! ¡Tu sexo me resultaba tan simpático! Velaba tu
sueño cada noche, a veces tranquilo, a veces inquieto; era muy gracioso
escucharte roncar, jajaja…
Por la
mañana me divertía oírte rezongar con la alarma del celular y remolonear antes
de levantarte.
¡Siempre
me dirigías una mirada tierna! Y más de una vez me trasmitías tu emoción al
acariciarme a través del vidrio que me protegía.
Era
lindo verte cuando te probabas la ropa sin decidirte; tu nerviosismo se debía a
que ibas a encontrarte con ella, ¿verdad?
¡Contame
qué fue lo que sucedió, por qué me escondiste! ¡Llorabas cuando me sacaste del
cuadro!
¡Te
extraño mucho; si no te veo, pierdo mi razón de ser!
¡No,
no me vuelvas a plegar así! ¡No, por favor, no me arrumbes nuevamente!
¡Nooo…
nooo… ¡
Registro de la Propiedad Intelectual N°977531.
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